martes, 9 de abril de 2013

Los suplementos culturales


Los suplementos culturales de los diarios tuvieron, en nuestro país, un pasado ilustre. Los amantes de las artes recordarán la revista “Martín Fierro”, editada por Evar Méndez, la revista “Leoplán” –de la que aún se pueden conseguir algunos ejemplares en las librerías “de viejos” de la calle Corrientes- y en la que además de artículos se publicaban libros completos, el semanario “Propósitos”, la revista “Sur” del grupo Florida, “Claridad“ donde colaboraban los integrantes del grupo “Boedo”, los “rotograbados” de los diarios La Nación y La Prensa, “Eco contemporáneo” dirigida Miguel Grinberg, “El escarabajo de Oro” con dirección de Abelardo Castillo, “Puro Cuento” de la mano de Mempo Giardinelli, y tantas otras publicaciones, todas privilegiando la calidad literaria y convocando al efecto a escritores de primera línea, recordemos por ejemplo a Jorge Luis Borges, Leopoldo Marechal, Roberto Arlt, Elías Castelnuovo, José Bianco, Leónidas Barletta, Conrado Nalé Roxlo, Alvaro Yunque, Nicolás Olivari, Oliverio Girondo, César Tiempo, Isidoro Blaisten, Sylvia Iparraguirre, Vicente Battista, entre muchos otros.
Si bien es cierto que estas publicaciones tenían un fuerte sesgo político, tanto de derecha como de izquierda, sus artículos estaban imbuidos de pasión e idealismo, sin perder en ningún momento “el control de calidad” de sus productos, para usar la terminología imperante.
Era una época en que se privilegiaba profundidad conceptual y claridad prosística, en la cual se asignaba especial importancia a la ortografía y gramática. Estos suplementos eran esperados por el público –muchos los coleccionaban- y les brindaban lectura para toda la semana.
En el presente, y para nombrar sólo los suplementos culturales de los diarios más leídos, como “Ñ” del diario Clarín, “Cultura” de Tiempo Argentino, “ADN Cultura” de La Nación y “Radar” de Página 12 observamos que los libros comentados son y son reseñas, no críticas realizadas por especialistas.
Al leerlos surge la pregunta: ¿Por qué, para qué y para quienes están pensados estos suplementos?
El concepto producto-venta, se ha instalado en la sociedad y se puede leer entre líneas que la mayoría de lo publicado es “rentable” en algún sentido, sin contar los grupos que detentan el poder cultural, y que practican el favoritismo sin que medie selección de calidad.
Si el propósito es difundir conocimiento, todas las actividades culturales deberían estar presentes, en lugar de eso, encontramos que la escultura, pintura y ópera, son –si no ausentes- levemente consideradas, sólo integran la agenda en la parte principal del diario. Y, curiosamente, hechos y personajes políticos que pertenecen al marco de la cultura, se les dedican tres y cuatro páginas en el suplemento cultural. Al respecto, citemos el dossier dedicado al Che Guevara en uno de los suplementos de “Ñ” . Sin menguar con esta observación la validez que tuvo el Che como figura política e histórica, se dedica la tercera parte a un gran dossier sobre él, cuando por interesante que sea la nota, tendría que aparecer en un suplemento aparte.
Es lógico pensar que quienes compran un semanario de este cariz, quieran informarse de todas las actividades que, al respecto, han sucedido en la semana; e ilógico que haya que estar pendiente de comprar el diario el día posterior al que se produce el evento. Me refiero específicamente al Premio Nobel de literatura. Desde ya que, como noticia de último momento, debe aparecer en la edición diaria, pero es dable esperar que en el suplemento de fin de semana, se dedique espacio importante al tema.
Estamos en la era tecnológica, en la cual la ciencia ha progresado mucho en virtud de las posibilidades que les brindan las computadoras, los descubrimientos que día a día se logran respecto de la actividad cerebral, su funcionamiento, los avances referidos a la memoria, el coeficiente intelectual, y el sueño, serían temas que deberían abordarse en los suplementos culturales. La división entre ciencia y arte es obsoleta, por ello, resulta notoria la ausencia de artículos relacionados con arqueología y antropología que están íntimamente ligados al acerbo cultural, así como la aeronavegación espacial.
En “Ñ” había una sección dedicada a cada provincia que nos permitía conocer autores locales y que constituía una verdadera divulgación del quehacer de cada provincia. Es de lamentar que una idea tan valiosa se haya dejado de lado.
Hay excelentes escritores argentinos como María Granata y Juan José Manauta, que no son convocados para emitir su opinión y los que aparecen son siempre los mismos que, además, practican “alegremente y sin rubores” el nepotismo y el amiguismo.
A nadie se le escapa la influencia que tienen las editoriales a la hora de comentar a tal o cual escritor, pero sin perjuicio de eso, deberían aparecer nombres que no están de moda, o que hace tiempo que no se los ha reeditado, como Anatole France, Stephan Zweig o Jardiel Poncela, que permitirían a los más jóvenes la posibilidad de conocer su obra y redundaría en un enriquecimiento para los alumnos de secundario.
Los suplementos culturales son un reflejo de nuestra sociedad, en la actualidad los valores más importantes están enraizados con intereses económicos, pero es una obligación de quienes dirigen estos medios, contemplar secciones de divulgación, aunque éstas no les signifiquen ganancias. Fomentar la actividad creadora mediante concursos y becas, incluir secciones donde los escritores que recién empiezan tengan la posibilidad de hacer oír su voz.
La importancia que Internet tiene en el ámbito cultural hoy, es motivo de otro artículo, sin embargo así como el cine no suplantó al teatro, tampoco la información que se obtiene en Internet sustituye la lectura de los suplementos culturales que existieron y seguirán existiendo como una necesidad del público.

Publicado en Revista Aquende Abril 2013
www.omifernandez.com.ar

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