martes, 10 de diciembre de 2013

NELSON MANDELA, bravura en la convicción y firmeza al alcanzar la paz para su gente.


 El año 2013 será recordado por la pérdida de un ser extraordinario que tuvo un liderazgo sin precedentes en su país de origen, y que logró instalarse en las mentes de hombres y mujeres de todo el mundo por su convicción y accionar.
Nelson Mandela había nacido en South Africa el 18 de julio de 1918. Estudió abogacía y en sus comienzos tuvo dos opciones: ser un abogado exitoso del apartheid o defender a su gente de la injusticia. Eligió esto último.
Hasta antes de 1948, la población blanca en sudáfrica era del 20%, la de color era ampliamente mayoritaria mas no unificada porque estaba formada por varios grupos que hablaban distintas lenguas y mantenían sus costumbres. Aunque con ciertas restricciones, podían votar y compartían lugares y transportes con los blancos. En 1948 el partido nacional asume el poder e impone una serie de leyes de segregación racial con el objetivo de asegurar la supremacía blanca y relegar a la gente de color a la zona rural. Este partido racista consideraba que los negros no eran ciudadanos, por lo cual no podían asumir cargos públicos, ni viajar en vehículos públicos que utilizara la población blanca, ni ingresar a recintos cerrados tales como bares, cines, restaurantes, etc., estaba prohibido el casamiento interracial y era castigado como delito la actividad sexual entre personas de distinta raza, obviamente, en ese contexto la actividad política exigía la clandestinidad, y ésta implica fuertes convicciones tanto en lo conceptual como en la asunción de los daños físicos que podrían acarrearle sus actividades.
En educación los establecimientos de enseñanza estaban divididos, los correspondientes a los niños de color recibían una inversión menor al 10% del presupuesto que se destinaba a las escuelas de niños blancos. Se estimaba que siendo una raza inferior era una pérdida para el país invertir en educación.
La misma discriminación se vivía con respecto a la atención médica, los hospitales en los que se atendía a los negros estaban pobremente equipados y sin los insumos mínimos requeridos.
A raíz de esta discriminación inhumana y cruel, surge en el año 1952 la figura de Nelson Mandela predicando sobre la “desobediencia civil” que significaba no acatar las prohibiciones legales pero en forma pacífica. Pero, no hay que confundirse Mandela eligió el pacifismo por convicción y no por miedo. Demostró ampliamente su fortaleza en el injusto juicio en el que se determinó su encarcelamiento y, también, su espíritu incorruptible durante los 27 años que estuvo preso, cuando el gobierno de Sudáfrica le ofrecía un pacto para liberarlo antes de tiempo (y evitar la vergüenza internacional) y Mandela se mantuvo firme en su posición de que la libertad debía ser completa y sin condicionamientos. Su encarcelamiento, sobre todo en los primeros años no fue un lecho de rosas, sufrió torturas y vejámenes como les ha pasado a todos los líderes políticos en reclusión.
Lo que nos seduce ampliamente es su capacidad de sobreponerse a sus enemigos, y anteponer el pensamiento del país por encima de su venganza particular.
Uno de los problemas que tuvo al asumir el gobierno de su país, fue que sus seguidores no podían entender cómo no tomaba represalias contra sus captores y verdugos. Lo incitaban a segregarlos y demostrarles su desprecio, sin embargo, Mandela no cedió su posición.
Cuando el conocido analista político argentino Pedro Brieger fue convocado por la cadena CNN en español para que expresara su opinión sobre la muerte de Mandela, dijo que hoy todos los gobernantes hablaban de Mandela como el gran líder pacifista pero que no había que olvidarse que durante décadas EEUU lo consideró un terrorista y muchos de los líderes actuales que lo alaban, estuvieron de acuerdo con el apartheid, distingue al Mandela revolucionario del principio del Mandela gobernante luego de salir de la cárcel.
La figura de Mandela nos impresiona a todos por muchos motivos. Está el líder del movimiento armado contra el apartheid, el promotor de la “desobediencia pacífica”, el preso político que pasó los 27 años más intensos de su vida adulta en una cárcel yl gobernante de sudáfrica que promovió la paz dando por tierra el “ojo por ojo” pedido por sus seguidores para unificar el país.
También debemos recordar otros aspectos no tan conocidos como fue su aporte en la lucha contra el SIDA, un verdadero flagelo para África.
En el film de Clint Eastwood “Invictus” se refleja muy bien cómo utilizó el deporte como herramienta para unir a la gente de su país que, sabemos, está compuesta no sólo por dos razas sino también por muchas culturas e idiomas lo que hace muy dificultosa su integración.
El escritor chileno Ariel Dorfman escribió: “Porque justo cuando pensamos que no se lo podía venerar más, justo entonces decidió no eternizarse en la presidencia. Decidió dar un ejemplo de probidad y confianza en la democracia. Uno de los hombres más populares del planeta y un ídolo en su país prefirió no acumular todo el poder en su persona, prefirió preparar a su patria para el momento inevitable de su desaparición.”

Publicado en Revista Aquende Diciembre 2013

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