sábado, 7 de junio de 2014

Cátulo Castillo, un poeta indiscutido



¡Barrio de Belgrano!
¡Caserón de tejas!
¿Dónde está el aljibe,
dónde están tus patios,
dónde están tus rejas?


Estos son los primeros versos del vals Caserón de Tejas que escribiera Cátulo Castillo con música de Sebastián Piana dejando, con pocas palabras, testimonio del barrio de su infancia y adolescencia.
Tanto el tango como el rock nacional, han dado excelentes poetas, otrora llamados “letristas” por los poetas académicos que, sin embargo, tuvieron que aceptar la calidad de esos versos que surgen del ámbito popular y llevan la impronta de lo genuino. Enrique Santos Discépolo, Celedonio Flores, Homero Manzi, Eladia Blazquez, Luis Alberto Spinetta, son ejemplo de ello.
Hijo de un anarquista declarado y perseguido por las autoridades, emigró a Chile junto a sus padres. En 1915 regresó a Buenos Aires y continuó sus estudios musicales de piano y violín.
En 1927 viaja a Europa como pianista y director de una orquesta que incluía a músicos de la talla de Miguel Caló,Roberto Maida, Alfredo y Carlos Malerba,etc.
Cátulo Castillo había nacido un 6 de agosto de 1906, fue profesor de teoría y solfeo en el Conservatorio Municipal de Música y Presidente de la Comisión Nacional de Cultura y Presidente de SADAIC.
Cátulo en esencia fue un poeta y de los grandes, lo prueban los tangos y canciones que han sobrevivido cien años baste mencionar sólo algunas como: María y La última curda, en colaboración con Anibal Troilo; Organito de la tarde, Caserón de Tejas, con música de Sebastián Piana, Silbando (en colaboración con su padre José González Castillo)  figura muy importante en su vida tanto en lo familiar como en lo profesional. 
Tambien en el '63 escribe la letra de El último café, con música de Atilio Stamponi.
Murió en Buenos Aires el 19 de octubre de 1975

Publicado en La Redonda  (Junio 2014)