viernes, 29 de abril de 2016

Una sociedad desprotegida

En el 2004, en un festival de rock del grupo Callejeros en el barrio de Once, se produjo un incendio en un lugar no habilitado según las normas de seguridad, que arrojó casi doscientos muertos y más de mil heridos, se la llamó la Tragedia de Cromagnon.

En el 2012 ocurrió la llamada Tragedia de Once que se produjo cuando un tren de la línea Sarmiento colisionó con el paragolpes de contención en la estación ferroviaria de Once, el saldo fue de más de 50 muertos y más de 700 heridos.

El sábado 16 de abril del corriente, la muerte de cinco jóvenes y el estado grave de otros, debido a la ingesta de pastillas mezcladas con alcohol en un boliche de música electrónica en Costa Salguero, es el tercer episodio que podría haberse evitado con políticas públicas llevadas a cabo con responsabilidad.

Tanto lo ocurrido en Costa Salguero como en la estación ferroviaria de Once, como la tragedia de Cromagnon, son hechos muy diferentes, que sin importar la cantidad de muertos en uno o en otro caso, todos tienen en común la muerte temprana, la muerte no acaecida por razones naturales, sino por accidentes que podrían haberse evitado.

En el caso de Costa Salguero, eran muchachos y chicas muy jóvenes los que se encontraban en el lugar y sabiendo que los jóvenes están siempre dispuestos a cruzar la línea, a atreverse a experimentar situaciones en las que corren riesgos porque una suerte de sensación de inmortalidad les hace creer que están a salvo de grandes males. Si según declaraciones de testigos, se controlaba a la entrada que nadie entrada con drogas, la pregunta es ¿Cómo estaban en el local? ¿Quién permitió entrar a los dealers? Y ¿cómo los responsables del local pueden alegar ignorancia si dentro del mismo estaba prevista la venta de agua embotellada que sabían servía para compensar la sed que provocan esas pastillas?

Todas las épocas tienen sus flagelos y en la que estamos viviendo éste lo constituyen las drogas cuyo consumo en América Latina está aumentado de manera exponencial.
La difusión y educación sobre los problemas que el consumo de drogas implica, nunca es suficiente ni en demasía, hay que insistir respecto de las consecuencias sobre su uso, en todos los medios de comunicación para que dejen de atrapar a los jóvenes de todos los niveles socio-económicos.

El “Paco” que en un primer momento afectaba a jóvenes de clases muy bajas debido a sentimientos de desesperanza y que, por su bajo costo, les resultaba fácil adquirir, es un problema que no sólo no se solucionó sino que se extendió a jóvenes de clase media y alta, es decir, que en la actualidad, su consumo no se puede explicar por razones económicas ni psicológicas.

Es sabido que el “Paco” se fabrica con los desechos de otras drogas y que va destruyendo las células cerebrales sin que se pueda dar marcha atrás, los especialistas en el tema han hablado de sus efectos nocivos en medios televisivos, radiales y gráficos, no obstante, su consumo fue creciendo y tiñendo a la sociedad en su conjunto.

Es imprescindible insistir desde la familia, la escuela y las instituciones en el deterioro que producen, nuestros hijos, sobrinos, nietos, todas las generaciones que nos suceden corren peligro, viven en una sociedad que no los cuida lo suficiente y no hay dudas de que los políticos de uno y otro partido, sin importar sus ideologías comparten esta preocupación, pese a ello, la droga se ha instalado en nuestro país con mayor fuerza que antes.

El tema se lo mire desde el ángulo que se quiera, está en las grandes cantidades de dinero que mueve este negocio siniestro, la omnipotencia de los narcotraficantes les permite coimear y llenar de dinero las manos de quienes colaboran con ellos. México es un ejemplo de que esta pelea contra el mundo de las drogas es uno de los temas más difíciles de resolver para un gobernante.

El acceso a los carteles de drogas no se arregla con buenas intenciones, se requiere una decisión unívoca de los gobiernos que impulsen y fomenten equipos de inteligencia que con fuerzas de seguridad operen en forma conjunta.

La educación es esencial y hay que considerarla como la herramienta más efectiva pero rinde frutos a largo plazo. ¿Cuańtos muchachos y chicas deben morir para que se tome el toro por las astas y se enfrente este flagelo?

En las redes abundan los mensajes sobre el cuco de la música electrónica, reclamando la prohibición de este tipo de festivales pero el estilo de música no es el causante de las tragedias, no importa si se trata de música electrónica, rock, o música caribeña, el demonio no tiene ritmos, hay que abocarse a cómo se ingresan las materias primas en el país, y desarmar los sitios en que se fabrican drogas que son una lepra para la juventud.

Es fácil buscar culpables, lo difícil es aunar voluntades y conocimientos de distintas disciplinas y enfocar un plan de emergencia efectivo que impida que esto siga avanzando.




Publicado en Revista Aquende Abril 2016

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