miércoles, 9 de noviembre de 2016

¿Y ahora cómo sigue?

Hoy se confirmó el triunfo en las urnas del empresario Donald Trump. Un resultado desastroso que demuestra una vez más que el país de Disneylandia está poblado por xenófobos, racistas y misóginos que todavía siguen levantando la bandera del individualismo a ultranza, el uno contra todos, la superioridad del rubio de ojos celestes, la ley del rifle.

¿Qué nos espera después de estos resultados? Porque al ser una potencia económica las medidas que se tomen afectarán en mucho a toda América Latina.

¿Ahora cómo sigue?

jueves, 3 de noviembre de 2016

¿Qué nos está pasando?

Ya anciana, Alicia Moreau de Justo seguía manifestando en favor de la mujer y contra la trata de blancas, se la ve en una foto del Archivo General de La Nación que se publicara el día de su muerte (12-mayo-1986) y que circuló estos días por las redes sociales a raíz de la marcha #Ni una menos.









La violencia de género no es nueva, se trata de abuso de poder, el más fuerte arremete con el más débil porque, sencillamente, puede hacerlo.
Se estima que cada veinte días una mujer es asesinada, en general, por su pareja o expareja, por celos, por despecho, por resentimientos.
Pero no es sólo la mujer, también son víctimas niños y ancianos, es decir, las víctimas son seres vulnerables cuyo físico les impide defenderse apropiadamente.
El mes pasado bajo el lema #Ni una menos, se convocó a la sociedad para unirse contra el femicidio, huelga decir que fue un éxito, miles de personas acudieron a decir basta, desaLa violencia de género no es nueva, se trata de abuso de poder, el más fuerte arremete con el más débil porque, sencillamente, puede hacerlo.fiando la lluvia constante que las azotó impiadosamente.
Sin embargo, tres días después ocurrió el triple femicidio en Mendoza, un profesor de artes marciales mató a su ex-pareja, Lorena Arias de 30 años, a Susana Ortiz (54) y a Vicenta Díaz (90), dejando heridos de gravedad a un bebe que debió ser atendido en terapia intensiva y a un niño de 11 años que debieron intervenir quirúrgicamente. Sólo se salvó de la masacre un niño de 8 años que se escondió y pudo pedir ayuda.
Resulta claro que la marcha sirve para que la gente se exprese, para hacer catarsis, pero de ninguna manera para frenar la violencia despiadada con la que convivimos últimamente.
El tema es complejo y excede la violencia de género, el niño, el bebé y la anciana nonagenaria son incluidos en este derroche de violencia. El perpetrador se presentó en un hospital para curarse una herida alegando que había sido víctima de un robo. ¿En ningún momento recapacitó sobre lo que fue capaz de hacer?
Es la ley de la selva, el más fuerte (o el que carece de moral) descarga su furia contra seres débiles.
Como dijimos al principio la violencia familiar no es nueva, también es cierto que la posibilidad de difundir esos hechos que nos da hoy la radio, televisión e Internet a la que ahora se le suman las redes sociales -que aumentan en proporción geométrica el alcance de las noticias-, hace que sea posible llegar a miles de personas en cuestión de segundos. Sin embargo, en esta época la violación, tortura y posterior asesinato, son mucho más cruentos de lo que eran hace cincuenta años atrás. Hoy, hay un desprecio por la vida humana, desprecio por la propia y por tanto, por la de los demás. Los casos se repiten sin respiro, hace pocos días, en la puerta de una casa de Rafael Calzada una mujer salía con su hija adolescente y una beba de dos meses. Para robarle el auto, dos jóvenes arrastran a las dos mujeres al suelo, suben al vehículo y arrancan. Al ver la reacción de desesperación de la madre, advierten que había un bebe en el asiento de atrás y, simplemente, con el auto en movimiento, a casi una cuadra de donde había quedado la mujer, sin detener el coche, tiraron al bebe a la calle, afortunadamente la sillita en la que estaba atado lo protegió sin sufrir ningún daño.
Estas son referencias a hechos acaecidos en nuestro país, pero la violencia se ha desatado en el mundo entero. Zygmunt Baunmann el sociólogo polaco acuñó el concepto de “Cultura líquida” refiriéndose a que los valores se nos escurren por entre los dedos, no hay conceptos sólidos que perduren, toda la sociedad vive inmersa en un medio líquido, como si flotáramos.
El francés Gilles Lipovetsky publicó hace ya muchos años un libro intitulado “La era del vacío” donde analiza la hipermodernidad como una época donde predomina el consumismo, el narcisismo y la supremacía de lo individual sobre lo colectivo. Siguiendo con el pensamiento de Lipovetsky, éste dice que los roles de hombre y mujer han variado pero no tanto para producir cambios sustantivos. Aunque es cierto que el hombre se ocupa de las compras y de cambiar pañales, sigue siendo responsabilidad de la mujer y además, ésta tiene conciencia de los derechos que como persona le corresponden, por lo que recargada de obligaciones, igual sigue ingeniándoselas para ocuparse de su carrera profesional, en estos años, sin culpa.
Esta es la sociedad en la que vivimos. Lo privado se ha vuelto público, la antigua frase española “tanto tienes, tanto vales” es ley y se cometen actos impúdicos solo para obtener el dinero que se necesita para adquirir el último modelo de celular, tablet, ipod e ipad, jeans o zapatillas de marca.
Volviendo a la marcha #Ni una menos, en un momento, una periodista estaba entrevistando a una mujer que en el 2004 había perdido a su hijita de cuatro años, a la que encontraron en un container de basura con visibles signos de haber sido violada y maltratada. Para revelar estos casos estaba convocada la marcha, estos y tantos otros de violencia de género pero un grupo de fanáticos se puso a cantar a voz en cuello una consigna partidaria en contra del actual presidente y la entrevista quedó trunca. Sin favorecer ni criticar ideas políticas, esto no cabe duda que habrá producido vergüenza ajena a más de un partidario justicialista, porque una cosa es defender los ideales y otra muy distinta es atropellar sin respeto al dolor ajeno, el patoterismo se impone, así como también la falta de empatía.
Debemos dar un corte a la violencia en todas sus formas, que la justicia imponga el cumplimiento de las leyes que están, que desde los centros educativos se machaque hasta el cansancio y que, desde el hogar, se utilice la mesa familiar para abrir las puertas al diálogo de los padres con los hijos.

Publicado por Revista Aquende, Noviembre 2016


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