lunes, 16 de octubre de 2017

Lola Mora, una mujer de avanzada

Tres mujeres se han destacado como verdaderas pioneras en la sociedad machista, conservadora y moralista de fines del siglo XIX, desarrollando sus vocaciones artísticas y desafiando las normas sociales sobre la condición de la mujer.
Permitirse ser madre soltera, enamorarse de un hombre casado y primo del esposo, y casarse con un hombre 21 años menor, a principios del siglo XX, es un emblema de singularización y coraje que dio que hablar a la maledicencia y les hizo pagar un precio muy alto por su atrevimiento.
Ellas son: Alfonsina Storni (1892-1938), poeta y periodista que escribió y publicó todos sus libros en un medio dominado por los hombres, dándose el lujo de ser madre soltera sin bajar la mirada.
Victoria Ocampo (1890-1979), periodista, escritora y mecenas, directora de la Revista “Sur”, que vivió desafiando los valores morales de su época y manteniéndose fiel a sus convicciones pese a la oposición de su familia y de la alta sociedad a la que pertenecía.
Lola Mora (1866-1936), escultora, dibujante e inventora que se atrevió a casar con un hombre 21 años menor que ella y que fuera objeto de los ataques de las damas moralistas así como de los políticos conservadores.
Si pensamos que a principios del siglo XXI, continúan los reclamos, las marchas y manifestaciones en favor de la igualdad de géneros, resulta abrumador imaginarse lo que debieron padecer estas mujeres por animarse a ser diferentes y la infelicidad como consecuencia de todas estas luchas.
Las tres han sido estudiadas por generaciones posteriores, reubicándolas en una revisión que, tampoco les hace justicia, ya que se pasó de la maledicencia a la idealización.
De lo que no cabe ninguna duda es que tienen ganado su lugar en la historia porque las tres eran talentosas y su arte resulta mucho más importante que sus historias personales.
Dolores Mora Vega nació entre Salta y Tucumán, ya que las dos provincias se disputan su pertenencia. Ella se sentía tucumana y quedó huérfana a los 18 años. Su habilidad para el retrato le permitió, antes de los 30 años, ser contratada por la legislatura de la provincia de Tucumán y reunir dinero para viajar a Buenos Aires y conseguir una beca para estudiar en Italia, que le otorga el presidente Uriburu.
Allí estudia con los mejores escultores, recibe premios y distinciones y se relaciona con los artistas de la sociedad francesa e italiana, lo que le da un prestigio que trae consigo al volver al país.
Relacionada con el presidente Julio A. Roca, y debido a su afición a las obras de gran tamaño, éste le encarga varios monumentos y hasta le cede un espacio en los subsuelos del Congreso de la Nación, para que ella utilice como taller. Durante estos años viaja constantemente y trabaja tanto en el atelier que tiene en Italia como en el de Buenos Aires.
La fuente de las Nereidas, renombrada por el público “La fuente de Lola Mora”, es totalmente realizada en Europa, en mármol de Carrara y traída en grandes bloques. La idea era ubicarla frente a la Catedral Metropolitana, pero las ligas moralistas de las damas de beneficencia y los opositores a Roca, aúnan sus voces en contra de esa “inmoralidad” y se inaugura en 1903 en El Paseo de Julio, con un gentío que más que ir a ver la obra, tiene curiosidad por esas desnudeces profanas que alteran la moral pública. Las mujeres de la sociedad se sintieron ofendidas por esta escultora que en su taller tenía la osadía de trabajar en pantalones.
Estas anécdotas que rodearon siempre la vida de Lola Mora, empalidecen la valía de su obra que es realmente monumental, con base en el neoclasicismo pero con la influencia que tuvo de los escultores franceses y españoles que ya incursionaban en el abstractismo.  Sus figuras tienen la fuerza de la naturaleza al desnudo, no hay cosmética, es pura garra. Realizó grandes obras que se encuentran en San Salvador de Jujuy, Rosario y Avellaneda por nombrar solo algunas ciudades.
Para el Congreso de la Nación realizó dos grupos escultóricos para ser colocados a los lados de la escalinata principal, que respondían uno al concepto de Libertad y Progreso, y otro al de Justicia, Trabajo y Paz. En su momento fueron retirados de su emplazamiento original por considerárselos “adefesios horribles” y ubicados en la casa de gobierno de la ciudad de San Salvador de Jujuy. Hace pocos años, se realizaron réplicas en 3D de los originales y se emplazaron a los lados de la escalinata del Congreso, en su sitio original.
El presidente Roca termina su mandato en 1904, y se recluye en una estancia en Córdoba, sus detractores tienen campo libre para lanzarse en una campaña de descrédito. No obstante, ella sigue trabajando en el taller del Congreso y allí se enamora de Luis Hernández Otero, un empleado 21 años menor que ella, hijo de un gobernador entrerriano, con quien se casa en 1909. Viajan a Italia y al poco tiempo, Lola Mora descubre las infidelidades de su marido, y terminan separándose.
Vuelve a la Argentina y decide ocuparse de la extracción de petróleo a partir de restos fósiles y se interna en cueva salteñas, invierte todo su dinero en este proyecto quedando al final con muchos inventos registrados pero empobrecida.
Enferma y sin dinero, es internada por sus tres sobrinas quienes la acompañan hasta el final, y quienes, con el fin de preservar la imagen pública de su tía,  queman la correspondencia y todos los papeles personales, que hubieran sido tan útiles para delinear su perfil.

Publicada en Revista Aquende Octubre 2017 

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jueves, 5 de octubre de 2017

El mirador Comastri

Nuestra cultura se ha ido forjando con el aporte de la inmigración, en especial la española y la italiana, que han venido a buscar un mejor futuro para ellos y sus hijos y lo consiguieron gracias a su contracción al trabajo constante. Si bien venían a “hacerse la América” su mentalidad se había forjado en la cultura del trabajo y evolucionaron porque este país les abrió sus puertas sin prejuicios y también por su dedicación y perseverancia en la tarea que realizaban.
Fue un italiano, Agustin Comastri quien en 1860 llegó a la Argentina y con solo 30 años se dedicó, junto a su mujer Clementina Cataldi, a aprovechar la tierra; plantar hortalizas, árboles frutales, tuvieron viñedos, y hasta en un momento fabricación de ladrillos. Todo en un predio comprendido entre las calles Niceto Vega, Dorrego, Corrientes y el arroyo Maldonado que por esa época estaba a cielo abierto.
El lugar fue utilizado por personajes históricos de la talla de Nicolás Avellaneda, Carlos Pellegrini, Luis maría Campos y Bartolomé Mitre. Y afirman los historiadores que le sirvió de escondite a Hipólito Yrigoyen en la revolución radical que ocurriera en el año 1893.
Comastri eligió la manzana comprendida entre las calles Loyola, Bonpland, Aguirre y Fitz Roy para la construcción de una casa que albergara a toda su familia. El arquitecto Eugenio Bagini diseñó en el centro de la manzana un mirador desde el cual se podían visualizar posibles enemigos.
El predio original fueron achicándose por varias razones: tuvo que vender una parte al gobierno para construir las vías del ferrocarril Urquiza, luego sus ganancias mermaron por emprendimientos que no resultaron satisfactorios y, así, fue desprendiéndose de otros lotes.
Al morir en el año 1991, sus diez hijos dividieron el predio en parcelas que fueron vendiendo y solo quedó en propiedad de la familia la manzana en que se encuentra el mirador. El lugar fue alquilado por distintas instituciones: un hogar para niños con problemas, luego una universidad y en la actualidad funciona la Escuela Nacional de Educación Técnica N° 34, Ing. Enrique Martin Hermitte.
El sitio fue declarado de interés cultural y gracias a la decisión, esfuerzo y perseverancia de las fuerzas vivas barriales tales como la Junta de Estudios Históricos de Chacarita y Colegiales, la Asociación de Amigos del Parque Los Andes acompañados por el tataranieto de Agustín Comastri, el arquitecto Raúl Comastri, lograron aprobar los planes del plan de refacciones e iniciar las obras pertinentes con miras a reabrir sus puertas para ser un lugar visitado por vecinos y turistas.
La cúpula tenía los vidrios rotos, techos y paredes en mal estado debido a las lluvias e incluso una parte del edificio se había desmoronado. Por otra parte, por necesidades de los locatarios, se construyó pegada al mirador, un ala nueva que no mantenía el estilo neo-renacentista.
En abril de 2017 comenzaron las obras, con la idea de mantener el estilo neo-renacentista que tuviera en su origen, incluso desplazando las construcciones que fueron agregadas a posteriori dentro del mismo terreno.
Es de hacer notar que existe una puja entre los barrios de Chacarita y Villa Crespo ya que ambos afirman que la propiedad corresponde a sus respectivos barrios.
Diego del Pino, colaborador durante veinte años de la revista Aquende, que ha ganado numerosos premios como historiador de los barrios porteños consideraba que por la delimitación del barrio de Chacarita el mirador Comastri se correspondía con este barrio y no con el de Villa Crespo pero la puja continúa y, en rigor, el conflicto que divide a los dos barrios es de dos cuadras ya que el mirador está en el límite.
De lo que no quedan dudas es de que ese mirador rural, uno de los pocos que continúan en pie en la ciudad, merece ser restaurado para el bien de todos.
El predio ha sido catalogado por la Legislatura en el año 2004 como Sitio de Interés Cultural, y tiene Protección Estructural del Área de Patrimonio Histórico esto, con ser de mucha importancia, no alcanza a su preservación si no se encuentra la manera de convertirlo en un sitio vivo, como sería si se lograra habilitarlo como centro cultural del barrio.
Chacarita se ha ido modificando mucho en los últimos años debido en parte a las productoras de cine y televisión como Pol-ka e Ideas del Sur, por lo cual numerosos artistas se están mudando a esta zona, por otro lado se lo ha catalogado por el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires como Distrito Audiovisual, restaurantes de distintas características se han instalado en sus calles, como bares y confiterías. Caben mencionar también los centros científicos para niños, y la gran cantidad de paredes pintadas por artistas plásticos que le va dando un toque especial a sus callecitas empedradas.

Estamos a la espera de sumar al Mirador Comastri como centro de actividades culturales, lo que continuaría con esta movida progresista que nos beneficia a todos.

Publicado en Revista Aquende Setiembre 2017