jueves, 30 de noviembre de 2017


En el espectáculo se leerán diferentes cuentos elegidos por las narradoras. María Delia Gavin leerá mi cuento "La Tana" publicado en "Dólmenes".

jueves, 16 de noviembre de 2017

Caloi y Clemente, siempre presentes

El 9 de noviembre de este año, Caloi hubiera cumplido 69 años, no llegó.  La muerte lo sorprendió el 8 de mayo del 2012. Sin embargo, la gente lo recuerda como lo que fue: un Grande.
El suyo, no sólo fue un humor muy argentino, sino también muy humano y comprometido con la realidad política, supo participar cuando lo que se imponía era el silencio, encontró una voz a través del humorismo que le permitió ser denunciante del Proceso Militar. Ese gobierno de facto que amordazó a la sociedad argentina con acciones tan despiadadas que la Revolución Libertadora, aquella del '55, pasa a ser -en la comparación- un juego de niños.
La tira de Caloi surge en 1973 con un personaje llamado Bartolo que maneja un tranvía y tiene una mascota sin brazos llamada Clemente. En su inicio, la historia giraba en torno a una visión melancólica de Buenos Aires, la mirada de Bartolo. Era un paneo por la ciudad con la intervención de su mascota como interlocutor, tal como Mendieta e Inodoro Pereyra, otros dos personajes grandiosos creado por su aún más grandioso autor: Roberto Fontanarrosa, que junto a Caloi, seguiremos recordando todos.
Caloi siempre tomó el pulso de la sociedad, si bien era salteño, su modo de analizar y vivir lo cotidiano, su pasión por el fútbol, por las mujeres curvilíneas y por el tango, lo convierten en un porteño, aunque ya el término excede a la General Paz, es un arquetipo humano que se ha tornado muy abarcativo. Lo que encuentra a través de su personaje es la preocupación cotidiana de los argentinos, y el hecho de que la tira fuera diaria le permitió a su creador ir creciendo y sintetizando el imaginario colectivo.
Año 1978: «los argentinos somos derechos y humanos», el público futbolero de todas partes acude al mundial de fútbol y frente a la consigna «nada de papelitos» Caloi utiliza a Clemente como un arma con la imagen del pajarraco sin brazos tirando papelitos en la cancha. Es que cuando, frente a la afluencia de extranjeros que provocaba el mundial, José María Muñoz, el relator deportivo de entonces, bajaba línea para que desde las tribunas no se tiraran papelitos con el propósito de evitar que la gente de otros países nos tildara de «sucios». Caloi captó la instrucción y la convirtió en resistencia, una resistencia pacífica y vestida de humor, con lo cual evitaba cualquier tipo de restricción o censura desde el gobierno.
Se criticaba a la A.F.A. y, por lo tanto, no se transgredía la consigna gubernamental, pero el pueblo en su conjunto también captó ese mensaje como una manera de confrontación, y los papelitos de Clemente ya son un hito en la historia de la resistencia de nuestra sociedad a los atropellos de quienes detentan el poder.
Otro tanto podemos decir de las votaciones del 2001, cuando mucha gente auto impugnó su voto colocando la imagen de Clemente en el sobre de los comicios.
Pero Caloi, no fue solamente el creador de Clemente, antes del '70 fue colaborador en la Revista Tía Vicenta y realizó el cortometraje “Las invasiones inglesas” que sólo por su título da cuenta de su interés por lo acontecido en toda la historia de nuestro país.
Entre la obra inolvidable que dejó está el programa televisivo «Caloi en su tinta», que se mantuvo en el aire por más de diez años, donde semana a semana nos acercaba cortos animados realizados en otros países. Gracias a este ciclo accedimos a la obra de grandes artistas plásticos de todos partes del mundo, nos mostró películas animadas que se destacaban por su nivel estético y semántico.
Puso en el aire óperas hechas por marionetistas internacionales basadas en obras como Turandot de Puccini y Rigoletto de Verdi (reducidas en su duración original y traducidas al inglés pero cantadas por artistas de primer nivel) que logró que muchos televidentes se acercaran por primera vez a ese género con tan mala prensa e incluso desestimado por el público que no lo conoce.
Realizó un largometraje animado «ánima Buenos Aires», que realizó con su compañera María Verónica Ramirez, que es productora ejecutiva y directora del film, junto a otros artistas gráficos como Carlos Nine, Pablo y Florencia Faivre y Pablo Rodríguez Jáuregui. Consta de cuatro partes como cuatro visiones diferentes de Buenos Aires tituladas: «Mi Buenos Aires herido», «Meado por los perros», «Claustrópolis» y «Bu-Bu». La música estuvo a cargo de Rodolfo Mederos, Gustavo Mozzi y Fernando Kabusacki.
Este film, que les llevó varios años de trabajo, utiliza tanto las técnicas tradicionales de animación como otras nuevas tales como collage y esténcil, este último realizado por Zaramella y Rulloni, con figuras bailando el tango y sobrevolando la ciudad.
No podía estar ausente el conventillo, el farol que se acomoda al porteño reo, el puente de La Boca y el obelisco, todo ello con una originalidad que emerge de la actitud de los creadores, quienes buscaron dentro de sí mismos en lugar de importar ideas foráneas.
De la creatividad y genialidad de Carlos Loiseau no tenemos dudas ni los argentinos ni los extranjeros, porque este artista plástico trascendió con mucho las fronteras de su país, pero ser el creador de un ídolo indiscutido que cobró vida propia traspolando a su autor. L ausencia de Caloi nos provoca la misma sorpresa, desazón, angustia y dolor que sentimos cuando se nos muere un amigo.Hemos perdido a un creador de magnitud, que con su personaje se excedió a sí mismo y penetró en todos los hogares, se metió en las conversaciones, irrumpió en las discusiones políticas --sin haber sido creado como humor político y se levantó como un líder indiscutido que vivirá con nosotros como Quino con Mafalda y Fontanarrosa con Inodoro Pereyra.
Publicado en Revista Aquende Noviembre 2017